Los antecedentes históricos de la facultad de Contaduría y Administración se remontan al año de 1928 en que fue fundado el Instituto Comercial de Querétaro, promovido por el señor C.P. Enrique Martínez y Martínez. En este instituto, cuyo primer director fue el Licenciado Jesús Pozo y que contó entre sus maestros al Licenciado Alfonso Ballesteros, se ofrecían las carreras de Contador Público y Contador Privado. Siendo entonces Colegio Civil del Estado la hoy Universidad Autónoma de Querétaro, el Gobernador del estado era la persona que concedía los títulos profesionales, razón por la cual existen Contadores Públicos que obtuvieron su título profesional en dicha institución.
Existieron también en esos años dos escuelas comerciales que ofrecían los mismos planes de estudio. Se trata de la Escuela Comercial Sotomayor de Loyola y la Escuela Comercial Heraclio Cabrera, que si bien no tuvieron el prestigio académico de la primera, fueron instituciones cuya seriedad y calidad de enseñanza forzó al gobernador del Estado a reconocer que los estudios realizados en ellas merecían el otorgarles el mismo grado académico que el I.C.Q., con la diferencia de que en la escuela Comercial Concepción Sotomayor de Loyola se otorgaba el título de Licenciado en Contaduría.

En 1935, año en que Saturnino Osornio, Gobernador de Querétaro cerró el Colegio Civil por la huelga que promovieron las escuelas de Bachilleres y Derecho, no así la de Contabilidad, que se trasladó a la calle de Guerrero Sur número 4, donde continuó funcionando hasta la reapertura del Colegio Civil en 1936, donde los estudiantes de Contabilidad tuvieron uno de los papeles más importantes, pues fueron ellos, al no verse afectados por las disposiciones del Gobernador, quienes abrieron las puertas del Colegio Civil. El gobierno reconoció que era necesario reforzar académicamente a la escuela de Contabilidad del Colegio Civil y concedía los exámenes profesionales en dicho colegio a los alumnos que provenían de las tres instituciones mencionadas, dejándoles nada más autorización para otorgar títulos a los que estudiaban Contador Público. Esta tradición continuó hasta el año de 1957-1958 en que ya había desaparecido el Colegio Civil y se había creado la Universidad de Querétaro. En esa época obtuvieron su título Profesional en las tres instituciones personas muy reconocidas, tales como: C.P. Heriberto Allera, C.P. Enrique Martínez y Martínez, C.P. Roberto Baumbach, C.P. Juventino Castro Sánchez, C.P. Juan Espino, C.P. Jesús Romero Santoyo, C.P. Trinidad Rabell-, Cont. José Guadalupe Ramírez Álvarez, C.P. Javier Gutiérrez, C. P. Francisco Niembro y C.P. Heraclio Cabrera.

Siendo Rector de la Universidad Autónoma de Querétaro el señor Licenciado Fernando Díaz Ramírez, presionó a las instituciones privadas a que ya no continuaran con el sistema de enviar a sus alumnos a obtener el Título Profesional en la Universidad, y tratando de romper con esa tradición, forzó a los alumnos a que cuando menos cursaran los dos últimos años de la carrera en la Universidad de Querétaro, ya que se tenía planes de ofrecer la carrera completa en 1956, tal y como ocurrió.

LA ESCUELA DE CONTABILIDAD
(POR EL LIC. FERNANDO DÍAZ RAMÍREZ)


Ya cimentada la Universidad, pues a parte de la Preparatoria que siempre existió, se había logrado echar a caminar la Escuela de Leyes, la Escuela de Ciencias Químicas, Escuela de Ingeniería Civil, Instituto de Bellas Artes y la Escuela de Enfermería, el deseo era crear la Escuela de Contabilidad. Sin embargo, la dificultad estaba que en esa época en Querétaro sólo había cuatro Contadores Públicos: Don Roberto Baumbach, Don Jesús Romero Santoyo, Don Enrique Martínez y Martínez y Don Javier Tovar, en realidad casi nada para una escuela y luego existían dos escuelas de Comercio que daban Títulos de Contador Público sin exigir otro estudio básico que la Secundaria, lo que resultaría una competencia desleal, pues nosotros exigíamos bachillerato; estas Escuelas eran, Instituto Comercial de Querétaro, precisamente del Contador Martínez y la Academia de la Sra. Soto Mayor de Loyola, quien se había atrevido hasta dar un Título de Abogado Fiscal y amenazaba con seguirlos dando.
Era entonces preciso cerrar estas escuelas que estaban al margen de la ley, pero no tenían facultad para ello, pues tenían concesión del Gobierno del Estado y todavía queríamos necesariamente llevar a la Universidad al C.P. Martínez, indiscutiblemente un buen maestro. Con el C.P. Enrique Martínez sostuve varias pláticas, logrando que admitiera cerrar su Carrera de Contador Público con ser Maestro de la Universidad a condición de que la Universidad revalidara los estudios de cuatro jóvenes: Manuel Montes Martínez, Ma. Trinidad Rabell, Servando Trejo, y otro, lo cual admití y así terminamos la competencia indebida y logramos un buen maestro.

Con la Sra Sotomayor simplemente había que cerrar, pues además de hacer Contadores Públicos ya lograban un Abogado Fiscal y amenazaba seguir y todavia la tenía más fácil pues sólo exigía primaria. Afortunadamente era obligatorio para ella integrar los jurados de examen con dos Maestros de la Universidad y esto fue su pierde, pues asociada del Licenciado Francisco Rodríguez Aguillón, duro entre los duros, integramos los jurados él y yo y no pasaba uno sólo, ni de casualidad y claro, se acabaron los abogados Fiscales y los Contadores Públicos. Resuelto lo anterior todavía me encontraba que con cuatro Contadores Públicos no había posibilidad de una escuela y no había Contabilidad ni en la Universidad de Guanajuato ni en la de San Luis Potosí, íbamos a ser los primeros.

Lo primero sería plantear la escuela como la de Ingeniería, dar dos primeros años y mandar a la Universidad Nacional Autónoma de México al 3er. año, pero tenía la triste situación de Ingeniería que yo mandaba cada año 5 ó 6 muchachos a 3o. y ninguno regresó jamás pues eran muy solicitados y todavía era más agudo el problema de Contadores Públicos porque había menos y yo sabía que ninguno volvería.

Entonces resolví que como lo. y 2o. de Contabilidad tienen muchas materias de Leyes, darlas con el Lic. José Huerta, con el Lic. Rodríguez Aguillón y conmigo, estando seguro que podía lograr los 3 primeros años y luego cerrar primero para abrir el cuarto y cerrar segundo para abrir el quinto y obligar a los pasantes a darme las clases de primero y segundo para reabrirlos y así integrar la escuela.
No fue necesario, pues en 1955 o sea cuando íbamos a iniciar 3er. año se aparecieron Roberto Mendoza y Jaime Ruíz, maravillosos maestros ambos. Con eso podía terminar los 5 años, pues envié a José Jaime Ruíz que es muy cuidadoso a los dos primeros años de Contabilidad y aproveché al Sr. Colín, que no muy a gusto, pero me dió Calculos Mercantiles y con ellos saqué al Sr. Baumbach, al Sr. Romero Santoyo para los últimos años y Roberto Mendoza tomó Contabilidad de Costos y Contabilidad de Sociedades que siempre dió en forma inigualada. Por cierto que Roberto Mendoza es muy religioso y se iba diario a misa de 8 y sus alumnos de Contabilidad de Sociedades tenían que esperarlo hasta las 8:30 y terminar hasta las 9:30 que a muchos les molestaba, pero los viernes lo era peor, pues Roberto se iba a comulgar y llegaba a las 8:40 terminando su clase a las 9:40 y por ello divertidamente yo llamaba a su Grupo "Los Mártires de Mendoza".

Los Primeros que se recibieron como claro está fueron Manuel Montes Martínez y Trinidad Rabell, pues tenían ventaja, pero el primer Título que dimos normal es decir con los 5 años estudiados en la Escuela, fueron las Sritas. Ma. Elena Rangel Nuñez y Ma. Elena Siurob Arana. La Escuela de Licenciado en Administración de Empresas la inició y formó el Sr. Licenciado Macedo y yo nunca di clase ahí, por eso de esa Escuela no se nada. Sean estos breves apuntes un recuerdo de los problemas que tuve para que naciera la escuela de Contabilidad y que me ha sido muy grato poderlos evocar.


En 1958, los alumnos de la Universidad promovieron un movimiento pendiente al reinstalar al Licenciado Fernando Díaz Ramírez en la Rectoría, movimiento que llevó a los estudiantes a obtener la Autonomía de la Universidad. Alumnos de Contabilidad como Salvador Septién Barrón, Sergio Siliceo y Servando Trejo Sánchez participaron activamente en este movimiento.